martes, 19 de junio de 2012

Corre



Corre como sabes hacerlo. Sí, tu aléjate, huye como el cobarde que demostraste ser. ¿Por qué si me amabas me has hecho esto?

 Corre sin más, no iré detrás de ti, esta vez no. Me duele, me lastima, pero han sido tantas peleas, que ya no hay nada que decir más que desearte lo mejor, las despedidas ya no tienen valor. Todo esto era predecible, pero cuando te hablaba tu no me escuchabas. Y, ahora, por insulsa y enamorada, la que esta sufriendo soy yo.

Sigo sin comprender que fue exactamente lo que te llevo a marcharte de esta forma, lo que te llevo a alejarte de mí sin explicación decente alguna. Pero corre, corre lejos, te juro que no voy a seguirte.

Las cosas que fueron en el pasado están, no tengo nada que perdonar, pero tampoco nada para rescatar. Los momentos especiales se volvieron oscuros con las peleas y se inundaron a causa de mis lágrimas. Entonces, ¿qué es lo que me queda de ti? Solo un corazón roto, nada más.

Sacrificaste todo por un capricho, pero es cierto que los dos cometimos errores y que derrumbamos la relación juntos. Pero, también es cierto que sólo tú fue quien termino con todo. De corazón, amor, espero que de esto no te arrepientas, pues para cuando regreses espero ya no estar dispuesta a refugiarme en tus brazos.

Y quizá me acuses de melodramática, pero una vez que se termino no hay vuelta atrás. Lo siento, pero no estoy dispuesta a revivir viejas escenas y correr el riesgo nuevamente de que me dejes. Corre, corre, amor. Siempre serás tu el que me lleve la distancia, y yo la que llorará en el tiempo por este amor destruido.



Luchy Franco

viernes, 13 de abril de 2012

Una lágrima

Lágrima.

De lejos se veía la pequeña gota de agua salada rodar luminosa por su mejilla. No era una sola, pero sólo una era la que realmente contenía todos los sentimientos.

Lágrima, una sola lágrima tenía verdadera importancia.

El tiempo tiene la costumbre de cambiar lo que alguna vez fue perfecto, deteriora lo que se creía inmortal. Es, sencillamente, el enemigo del ser, el gran diablo omnipresente del mundo.

Lágrima, solo una lágrima y el mundo veía como su alma se desgranaba por dentro. Solo una lágrima.

De lejos, nadie lo comprendía. De cerca, el dolor era algo que iba avanzando lentamente hasta apoderarse del centro de tu cuerpo y presionando allí con fuerza para que doliera.

Una verdadera lágrima de dolor, y toda la lucha interior se quema en las llamas de la agonía y se arrodilla ante la derrota.

Solo una lágrima necesito...

martes, 13 de diciembre de 2011

TE VAS


¿Cuando es que la línea entre el dolor y el orgullo se rompe? ¿Cuando es realmente que no damos cuenta que el corazón se partió? ¿Por qué duele? ¿O por qué ya no sentís?

Cuando las noches se convierten en días, cuando las lágrimas en océano y los cristales del corazón en vidrios viejos... Quizá, sea ese el momento de replantear. Pero no es necesario tardar, pues al darse vuelta quizá esa persona ya no este.

Y esa persona eres tu, amor mío. Porque sé que te irás, que ésto no lo soportarás más. Es lógico, es normal... Pero, lo que no es normal, es lo que yo siento por vos, esa conexión que nos une y que nos mantuvo unidos todo este tiempo. Esa conexión que hace que quiera pasar el resto de mi vida contigo y no separarme jamás.

Pero los cuentos de hadas descubrí que no existen, y que de apoco nuestro amor se va consumiendo, se va yendo y vos con él.

Lo que menos quiero en la vida es perderte, pero te estas yendo y siento que jamás volveré a verte. Y el dolor se hace intenso, y duele.

Igual, antes que te vayas, solo quiero que recuerdes que seré siempre algo especial en ti. No mejor que las demás, sino diferente y creo haber causado algo en ti, una marca por la que siempre me recuerdes. Porque ese es mi deseo, que si no puedo tenerte que al menos éste presente en tu mente.

Porque fuimos felices en su momento, y estoy segura que de ser por mi a tu lado siempre lo seré. Pero tu no sientes lo mismo, y obligarte no puedo. Luche por ti con uñas y dientes, vendí mi alma al diablo y trabaje a sus pies; pero eso no fue suficiente y no puedo retenerte.

Y sé que te irás, que dejarás de amarme y que yo jamás lo haré. Que lloraré por este amor toda la vida y que mi corazón tuyo por siempre será.

Te amo, pero te vas...

jueves, 13 de octubre de 2011

Andrés y el amor

Meditando sobre lo que una persona a sus 19 años debe hacer cuando decide pasar un día encerrada en la casa, varias ideas llegaron a su mente.

La principal, y hasta se podría decir la más patética, pasar el día en la cama, comiendo todo lo que en una semana no probo. A una persona que le preocupa tanto su peso, la perspectiva se ve fatal.

A eso sumarle que pasará el día acostada en la cama, con la computadora y la televisión al mismo tiempo.

Pero todo eso que a simple vista parecía ser un gran día, de descanso y relax, se convirtió en un día de total depresión. Con la lluvia de fondo, la ansiedad de que debería llegarle la regla y la maldita obsesión de extrañar a una persona a la cual no ve desde hace de menos de veinticuatro horas.

El ser cambiante de ánimos se le daba muy bien, y la depresión solía ser su favorita. Podía pasar horas llorando al recordar buenos y malos momentos junto a él, horas imaginando formas de verlo en aquel día pero que a su vez no se animaba a ofrecerle o siquiera hacer ella por si misma.

Y la situación permaneció triste. No lo vio, lloro por él y en su cama se quedo...

... sumándole la histeria de que Andrés aún no llegaba y el pensar en la dieta que debería hacer al otro día.

miércoles, 27 de julio de 2011

Un Castillo Encantado en la Bifurcación


Largo, el vestido de seda seca le quedaba largo. Largo hasta los pies, tan largo que al caminar se tropezaba con la suave tela. Largo, tan, pero tan largo que lo podía usar de alfombra.

Pero, aún así de lo incómodo que era para caminar, le gustaba usarlo. Había descubierto que los vestidos largos que su doncella le obligaba a usar le marcaban el camino de regreso a su recamara. No era como sí tuviera mucho tiempo libre y a solas como para perderse en el gran Castillo, pero el poco tiempo era suficiente para que Sofía descubriera nuevas habitaciones.

Había olvidado como una noche de lluvias llego al castillo, seguramente porque esa noche no llevaba un vestido que le marcara el regreso a casa. Pero desde aquella noche ya había pasado mucho tiempo, y ahora Sofía era parte de la realeza de aquel mundo maravilloso.

Evitó remangarse el vestido y subió las escaleras que iban a una nueva ala del castillo. Las escaleras se reían a causa de las cosquillas que la tela les causaba al rosarlas, pero se callaban cuando Sofía las fulminaba con la mirada.

Todos los días, Sofía en su tiempo libre tomaba esas escaleras. Y, todos los días, las escaleras la llevaban a un lugar distinto. Era un mundo extraño, donde los objetos tenían vida, los animales formaban parte del tribunal y donde la realeza contaba chiste en vez de poner orden a su reino.

Al principio a Sofía todo le había parecido de locos, extraño, se sentía como Alicia en el Mundo de las Maravillas. Pero con el tiempo se acostumbro, y lo que una vez fue raro se transformo en lo normal.

Se metió en la misteriosa habitación cuando termino de subir las interminables escaleras. Se desilusiono, por primera vez nada extraño la esperaba. Era una recamara vieja, con paredes grises y sin muebles, solo había una ventana sin cortinas ni vidrios.

Sofía se tropezó dos o tres veces hasta llegar al gran ventanal, se inclino sobre el pero nada vio. Entonces, se giro dispuesta a irse y esperar el mañana para una nueva aventura. Antes de que saliera, mucho antes de que siquiera pudiera moverse, una corriente de aire la despeino y Sofía volvió a mirar por la ventana.

Y sonrió. Su vestido largo, su gran vestido de seda seca se veía a través de la ventana. Y marcaba un camino hacía lo desconocido, cruzando el valle de flores campestres y perdiéndose en la puesta del sol.

Corrió siguiendo el camino de su largo vestido, corrió con fuerzas y divirtiéndose durante el camino. Sabía lo que significaba, el momento que tanto había esperado finalmente había llegado.

Corrió, corrió y corrió. Era sorprendente la rapidez con la que corría y no se cansaba. Se dio cuenta que a medida que se alejaba, el vestido se acortaba. Miró para atrás para decirle adiós a ese castillo encantado en el que vivió tanto tiempo, pero cuando lo busco con la mirada ya no estaba.

Sorprendida caminó hacía adelante sin apartar la vista del horizonte, y por no prestar atención a donde caminaba, tropezó y al piso calló. Pero la caída no fue la que esperaba, no choco con el mullido césped, sino que su rostro se estampo contra un piso de mármol frío y claro. Sofía lo conocía muy bien y feliz, se levanto y corrió hasta la puerta.

No le importo como de repente apareció en su habitación en la casa de la ciudad de su madre, ni como todo parecía estar tal cual como cuando se perdió. Simplemente corrió, quería abrazar a su madre, quería contarle. Pero lo que si noto, es que su largo, muy largo vestido, de repente se acorto y le llegaba por arriba de las rodillas.

Raro, pensó Sofía, todo había sido muy raro.

Código: 1107279759093
Luchy Franco

viernes, 15 de julio de 2011

Solo te puedo decir lo siento

Me duele el corazón, me duele el alma y todo gracias a vos. No sé que hacer, no sé como salir de esta situación. Lo único que sé es que no te quiero perder.

Cometí errores y de verdad lo siento, quisiera volver el tiempo atrás y cambiar esas cosas que te hicieron sangrar. Me encantaría poder hacer el dolor se vaya, el tuyo y el mío, pero no puedo… Al menos, no de golpe.

¿Cómo es qué paso esto? Ayer estaba todo bien, y ahora por una estupidez siento que el fin del mundo por fin llego. No sé si alguna vez comprenderás todo el amor que siento por ti, como no hay un segundo que no piense en ti, como cada error se clava en mi corazón y no me deja dormir. Lo eres todo desde que te conocí, no te cambiaría por nada y no te quiero perder.

Lo peor de esta situación es que no hay nada que te pueda decir, nada que te pueda reprochar. En este último tiempo los errores los cometí yo, me centre solo en mí y me olvide de ti. Me olvide de tus problemas, de preguntarte si estabas bien, de averiguar si necesitabas un beso y un abrazo.

La cague. Lo sé, quiero arreglarlo, recompensarte por el mal rato. Me preguntaste sí había algo de ti que me molestará, algo que hicieras mal ¿Cómo puedo responder a eso? No haces nada mal, estas para mi cuando te necesito, cuando quiero golpear a alguien, para cargar con mis problemas, para hacerme sonreír, para cuidarme. Estas siempre, ¿cómo es posible que encuentre algo mal en ti?

Ahora lo único que sé es que estoy sola en la cama, llorando como una desgraciada, pensando en todas las palabras que me dijiste recién por teléfono y entendiendo mis errores.

Te amo, más que a mi vida. Jamás pensé que algo como esto me pasaría, que sentiría algo tan fuerte por alguien tan diferente a mí. Pero paso, y no es algo que quiera borrar o sacar de mí, quiero seguir sintiéndolo, quiero arreglar las cosas y que no te apartes de mí. Nunca, jamás. Te ataría si fuera necesario, pero sí yo no soy lo que necesitas no puedo hacer nada.

Quiero que seas feliz, que vivas la vida que quieres, que estés con alguien perfecto para ti y no defectuoso como yo. La relación se hace de a dos, y sí no estas feliz con esto no te puedo obligar a nada. Solo quiero que sepas que lo siento desde lo más profundo de mi alma, que te amo como jamás ame a nadie y que eres el amor de mi vida.

Te amo muchísimo y lo siento mucho más, es todo lo que puedo decir. Y, si me das otra oportunidad, juro cambiar y ser la persona que necesitas que este a tu lado.



Código: 1107159684552
Luchy Franco

domingo, 3 de julio de 2011

Pudimos Haberlo Tenido Todo


Pudimos tenerlo todo. Mirar al futuro juntos y formar una vida de sueños. Pudimos tener nuestro propio departamento cargado de sueños, llegar por las noches cansados de tanto trabajo y aún así sonreír al vernos.

Pudimos luchar por lo que amábamos, pero nos dejamos estar. Pudimos ser mucho más que dos personas que vivían en una misma ciudad, pudimos ser una familia...

Pudimos tenerlo todo juntos, cumplir nuestros sueños y luchar por la felicidad. Pudimos ser felices, habías tenido mi alma y mi corazón, eras el dueño total de mi vida. Ahora me quemo en las profundidades de la oscuridad, me arrepiento de habernos traicionado y que nos hayamos alejado.

Pudimos haberlo tenido todo, pero eso fue hace mucho tiempo atrás, ahora ya es tarde para recuperar lo que perdimos.

Luchy Franco